El pasto está alto, encorvado.
Se tuerce con el peso.
De una gota de rocío
Es una farola de cristal.
Sin su luna, ni su noche.
Has puesto unas gotas en mis ojos.
De congoja y llanto
Que curvan, por un decir, mis pestañas.
Estuve llorando en el jardín.
Pero a vos, ¿qué te importa?
Vos creerás que es rocio
Curva las hojas de los pastos.
Y todo lo que escribo
Y nunca es para tanto, mi aflicción
Que de cristal no son las farolas.
Y mis lágrimas no ennoblecen.
Lo que espiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario