Le sugerí, que era una locura
traernos un poste con el nombre
de una calle de París, como un recuerdo,
un souvenir, de nuestro viaje
Que nos detendrán apenas
pongamos un pie, en la aduana
Que jamás llegaremos abordar un avión
En su defensa, argumento, que los museos,
el comercio, y la cultura, está en sus cimientos, el robo a otras naciones
Porque no solo llevamos el letrero,
sino también el poste de hierro forjado,
con un o dos adoquines,
que por vernos en apuros, no pudimos quitarles,
Además, ¿para qué lo queria? si en nuestro municipio, no nos dejarían ponerlo,
en nuestra casa, donde vivimos, en una calle, con nombres de un prócer, de la primera junta de gobierno
Que dirán las voces más conservadoras, la historia, si cada cual hiciera,
lo que se le parece o quiere
Ahora mismo, hay alguien en la calle Boulevard de Grenelle, que no sabe donde se encuentra,
y hay otros tantos, que no saben donde viven.
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