sábado, 2 de septiembre de 2023

Los sótanos de la biblioteca fantástica.

Ah, la literatura fantástica... 
¿Qué no darían ustedes, los lectores? 
por incursionar por esta biblioteca, cual fábrica
 de chocolate
 Por estas bóvedas espeluznantes
 que jamás un escriba de narrativa fantástica
 pudo tener
 sus miles de volúmenes que se amuchan
 en descoloridos estantes y anaqueles
 improvisadas mesas, sillas, sillones
 menos en la estufa que está un leño encendido.
 Los libros están por todas partes, ha igual. 
que los gatos, los libros son silenciosos, enigmáticos.
 los custodia yelmos medievales, 
cada uno con su pica
 Cada cual con sus armas para cazar dragones.
 las sombras amenazantes de estas armaduras
 Nos acechan, nos perturban. 
espíritus que nos aguardan tras las puertas 
Que nunca se abren, que jamás deberíamos
 permitir abrí, cual modernas, cajas de Pandoras
y otras donde nos aguardan. 
cual mal presagio, ataúdes con la presencia
 de antiguos moradores 
el sonido de pasos, en los viejos pisos de madera
 Cual barco del capitán Ahab
 Aquellos pasos, que vienen a nuestro encuentro.
 que se detienen justo antes de entrar
 Momias que con su rigidez cadavérica 
Nos espantan a plena luz del día.
mobiliario, ventanas de madera,
 donde solo gobierna la lluvia
en la eternidad de los días, con viento 
y el rasguido  de única rama
  de un árbol muerto 
Ciénagas de piedra donde desprevenidas 
sirenas toman sol de la leve penumbra
 por el único ojo de vidrios
 de la lejana claraboya de la azotea 
Donde se remontan barrilete
 esporádicamente las noches de tormentosa
 Aves del paraíso, fatalmente disecadas
solo por una única y solitaria clase de ciencias naturales,
todo esto acompasado con el croar de anfibios 
como el silencioso sigilo de los reptiles tan fríos y mortales,
 como la hoja de la única espada. que empuña la muerte
 Desde la mismísima oscuridad
 donde no hay más luz que nuestro destino.
 más allá de los túneles y sumideros de la ciudad
 donde la plebe esconde sus vergüenzas y sus crímenes.
 Surge por esta escalera. 
cada tarde, con el final de nuestra jornada
 con el sonido de gruesas cadenas 
La noche con sus tinieblas
brillan en esta cueva los más tenebrosos.
 y solitarios ojos del mundo
los ojos del bebé de kraken
que  pasados años atrás
 Buscó refugio en una pequeña cesta
de mimbre cual mesías
 a las orillas del Nilo  
Vienen desde esas húmedas profundidades.
 ciegos cual bastón de un poeta  
Sus tentáculos,  que deambulan desde los sótanos
amurallados de piedra
 hasta el piso más alto de la  biblioteca
 pidiéndome con  extraño ruego
 que asemeja al rugido
 de cientos de leones esclavizados
 a un circo
 Que le lea por última vez.
 Un cuentito de terror. 
Antes que la única vela que lo alumbra
 se apague, y su sonrisa de diez mil
dientes de leche nerviosa,  vuelva a pedir
la despedida de las buenas noches.

 "...Y que sueñe con los angelitos. "


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