¿Qué no darían ustedes, los lectores?
por incursionar por esta biblioteca, cual fábrica
de chocolate
Por estas bóvedas espeluznantes
que jamás un escriba de narrativa fantástica
pudo tener
sus miles de volúmenes que se amuchan
en descoloridos estantes y anaqueles
improvisadas mesas, sillas, sillones
menos en la estufa que está un leño encendido.
Los libros están por todas partes, ha igual.
que los gatos, los libros son silenciosos, enigmáticos.
los custodia yelmos medievales,
cada uno con su pica
Cada cual con sus armas para cazar dragones.
las sombras amenazantes de estas armaduras
Nos acechan, nos perturban.
espíritus que nos aguardan tras las puertas
Que nunca se abren, que jamás deberíamos
permitir abrí, cual modernas, cajas de Pandoras
y otras donde nos aguardan.
cual mal presagio, ataúdes con la presencia
de antiguos moradores
el sonido de pasos, en los viejos pisos de madera
Cual barco del capitán Ahab
Aquellos pasos, que vienen a nuestro encuentro.
que se detienen justo antes de entrar
Momias que con su rigidez cadavérica
Nos espantan a plena luz del día.
mobiliario, ventanas de madera,
donde solo gobierna la lluvia
en la eternidad de los días, con viento
y el rasguido de única rama
de un árbol muerto
Ciénagas de piedra donde desprevenidas
sirenas toman sol de la leve penumbra
por el único ojo de vidrios
de la lejana claraboya de la azotea
Donde se remontan barrilete
esporádicamente las noches de tormentosa
Aves del paraíso, fatalmente disecadas
solo por una única y solitaria clase de
ciencias naturales,
todo esto acompasado
con el croar de anfibios
como el silencioso sigilo de los reptiles tan fríos y mortales,
como la hoja de la única espada.
que empuña la muerte
Desde la mismísima oscuridad
donde no hay más luz que nuestro destino.
más allá de los túneles y sumideros de la ciudad
donde la plebe esconde sus vergüenzas y sus crímenes.
Surge por esta escalera.
cada tarde, con el final de nuestra jornada
con el sonido de gruesas cadenas
La noche con sus tinieblas
brillan en esta cueva los más tenebrosos.
y solitarios ojos del mundo
los ojos del bebé de kraken
que pasados años atrás
Buscó refugio en una pequeña cesta
de mimbre cual mesías
a las orillas del Nilo
Vienen desde esas húmedas profundidades.
ciegos cual bastón de un poeta
Sus tentáculos, que deambulan desde los sótanos
amurallados de piedra
hasta el piso más alto de la biblioteca
pidiéndome con extraño ruego
que asemeja al rugido
de cientos de leones esclavizados
a un circo
Que le lea por última vez.
Un cuentito de terror.
Antes que la única vela que lo alumbra
se apague, y su sonrisa de diez mil
dientes de leche nerviosa, vuelva a pedir
la despedida de las buenas noches.
"...Y que sueñe con los angelitos. "
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