Un meteorito cae sobre la tierra.
Aunque parezca asombroso
El meteorito no cae. Se queda flotando como una nube.
No se hunde ante nuestra más profunda indiferencia.
Ni lo mosquea nuestros agravios e insultos.
Alguien le puso una correa y lo llevó a pasear.
Molesta a los que quieren un día de sol
Ver el cielo sin una nube, o estrellado.
Él se acerca, se acerca hasta ocultarlo.
Su superficie rocosa, de roca más liviana que el aire.
Estropea la mejor vista, de acantilado, de infinita soledad.
El meteorito nos ve, pero se pone siempre adelante.
De lo que queremos ver…
Aliviado porque no se haya estrellado contra el suelo que conocemos.
Ahora nos molesta esa presencia etería, de globo aerostático
Tiene voluntad, pues cuando se empecina
No hay viento que lo mueva
Cuando quiere quedarse
Fijo como un pariente molesto.
Nunca se va si encuentra un lugar.
Donde no pasa desapercibido
¿Habrá otros en otros lugares?
O es siempre el mismo.
El que sale en todas las postales.